La terapia minorista, una posible cura para acabar con la desigualdad económica

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Los últimos dos años han tenido un efecto absolutamente transformador para todas las modalidades de activos, y sin duda para el mundo en su totalidad. La infame pandemia por coronavirus, que por primera vez en la historia provocó el cierre completo del planeta, golpeó duramente a acciones, materias primas e incluso a la esfera cripto. Prácticamente todos los instrumentos de cambio perdieron cerca de un 40 % de su valor en el intervalo de una semana de trading, que bien se asemejó a la gran depresión de 1929. No obstante, el auge que se produjo tras esta fue igualmente inimaginable.

Impulsados por una mayor ociosidad, así como por el aumento de los ingresos disponibles y la ausencia de servicios en los que gastarlos, el público común se aventuró en el mundo de las inversiones y del trading, lo que disparó por las nubles el precio de las acciones en todo el globo. Una encuesta realizada a principios de 2021 reveló que más del 15 % de los inversores minoristas que estaban activos entonces habían comenzado su andadura en los mercados en el año 2020 (las estimaciones más recientes sitúan esta cifra próxima al 20 % a día de hoy). Según este mismo estudio, prácticamente 500 (el 50 %) del grupo de muestra de 1.000 ciudadanos estadounidenses han invertido en el mercado de acciones.

Por si fuera poco, parece que esta tendencia no hace sino acelerarse, lo que resulta perfectamente lógico si nos paramos a pensarlo. Todo parece apuntar que la explosiva combinación de elevada inflación y bajas tasas de interés se quedará entre nosotros algún tiempo, por lo que la única forma de proteger y conseguir que nuestro patrimonio crezca pasa por la titularidad de activos físicos. En el caso de los millonarios, esto podría traducirse en la compra de bienes inmuebles y quizás de oro físico pero, ¿qué hay del ciudadano de a pie? La compra de activos más accesible y que presenta un menor riesgo con rendimientos potenciales más elevados para tu tío Manolo o tu tía Carmen sigue siendo la adquisición de una cartera diversificada que contenga ETF, fondos indexados y acciones blue chip. En un momento en que la presión sobre los precios en Estados Unidos y en la eurozona supera el 6,1 % y 5 %, respectivamente, sin nada que haga creer que la tendencia se vaya a invertir en un futuro cercano, lo cierto es que dejar que tu dinero acumule polvo en una cuenta de ahorros que te ofrece un tasa de interés próxima a cero, o puede que hasta negativa, es la mejor receta para que tu poder adquisitivo disminuya con cada año que pasa.

El resto de inversiones de renta fija son igualmente insignificantes, y cualquier instrumento a excepción de los bonos basura corporativos con mayor riesgo ofrece una rentabilidad subinflacionaria.El temor al riesgo que hasta ahora había asesorado a numerosos inversores potenciales comienza a desaparecer. En efecto, las acciones habían sido injustamente catalogadas como un juego azaroso, en el mejor de los casos, y en el peor como un juego amañado a favor de unos cuantos listillos en Wall Street que se ganan el pan timando a honrados inversores minoristas y robándoles el dinero que tanto sudor les ha costado ganar. Y, a pesar de que con frecuencia los inversores institucionales aprovechan su poder e influencias para aplastar a los competidores minoristas, lo cierto es que los inversores individuales a largo plazo cuentan con ciertas ventajas con respecto a los grandullones del patio.

Para los minoristas no existen los objetivos anuales, exigencias de facturación ni presión para vender en un mercado alcista, lo que significa que estos inversores pueden fácilmente obtener mejores resultados que las firmas de inversión profesionales. Sin embargo, lo más importante es el que el inversor de a pie no tiene ninguna obligación de perseguir rendimientos que superen al mercado. Más bien al contrario, si tu apetito por el riesgo es moderado puedes optar por invertir en empresas con una gran capitalización de mercado cuyo futuro está garantizado, como Google, Tesla, Apple o Amazon, sin tener que preocuparte por tener que explicar a ningún consejo por qué no fuiste capaz de anticipar la llegada del próximo Gamestop, Upstart o Moderna.

Si tenemos en cuenta que la inflación seguirá siendo bastante elevada en el futuro inmediato (aun contando con el aumento de los tipos por parte de los bancos centrales planificado para este 2022), lo más probable es que el boom de las inversiones minoristas se mantenga. Sin ir más lejos, esta tendencia ha sido notable al menos desde la crisis financiera mundial de 2008, y todo apunta a que está tomando impulso. Puede que el porcentaje de minoristas que operan en el mercado de acciones se haya disparado en un 5 % solo en 2020, pero la cifra se ha duplicado con creces desde 2010. Naturalmente, esto conlleva que el número de brókers online que ofrecen acceso a los mercados financieros se ha multiplicado en la misma medida, por lo que puede resultar algo difícil separar el trigo de la paja. Pero esto no significa necesariamente que debas decantarte únicamente por los brókers más conocidos, ya que existen muchos otros brókers con una sólida presencia y que presentan opciones muy lucrativas. Entre ellos destaca Libertex, un conocido y reputado bróker de CFD regulado y supervisado por la Comisión de Bolsa y Valores de Chipre (CySEC) que recientemente ha puesto a disposición de sus usuarios la cuenta Libertex Invest. Este innovador producto ideado para inversores ofrece la oportunidad de invertir sin comisiones, e incluso facilita que sus traders obtengan dividendos directamente en su cuenta de inversión en nada de tiempo. Sin duda alguna, el mundo en el que vivimos es un lugar intimidante, y la incertidumbre que impera en todo el planeta hace que resulte difícil encontrar un motivo para tomar cualquier tipo de riesgo.

No obstante, y dado el actual clima macroeconómico, el mayor riesgo que podemos tomar es no emprender ninguna acción. Por el contrario, bien parece que la única vía para proteger o hacer que nuestro patrimonio crezca a largo plazo reside en la inversión cauta y conservadora en el mercado de valores… y se diría que el público general se está subiendo al tren. Irónicamente, los tan difamados y dilapidados activos que constituyen las acciones de empresas podrían acabar siendo el botón que ponga fin a la crisis de desigualdad en el mundo. ¡Esperemos que así sea!

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